LA EXPERIENCIA ESTÉTICA DEL ESPECTADOR CINEMATOGRÁFICO: FORMAS DE SENTIR Y COMPRENDER AL CINE.

RESUMEN: LA EXPERIENCIA ESTÉTICA DEL ESPECTADOR CINEMATOGRÁFICO: FORMAS DE SENTIR Y COMPRENDER AL CINE.  

Mtro. Vicente Castellanos Cerda.

Los estudios de recepción en ciencias de la comunicación consideran que un sujeto cinematográfico es un condicionado social y cultural; el cine es un reflejo de la realidad y las películas son consecuencia directa de determinaciones económicas e ideológicas. Existen personas interesadas en el fenómeno cinematográfico, que en sí constituyen, una comunidad de estudiosos del cine. Uno de los ejes temáticos más significativo es sin duda el concerniente al papel del espectador antes, durante y después de ver una película.

Las propuestas teóricas sobre el cine han entrado en momentos de duda, mestizaje y replanteamiento. El profesor italiano, Francesco Casetti, lejos de considerar una teoría sólida y universal del cine, resume la manera en que la mayoría de los teóricos de este arte caracterizan su trabajo a partir de la duda. Otro influyente teórico norteamericano del cine, David Bordwell, afirma que los estudios anglo-americanos han derivado sus propuestas teóricas en cuatro grandes áreas de conocimiento: el psicoanálisis lacaniano (¿qué ocurre con en la mente del espectador?), el estructuralismo semiótico (la construcción del texto fílmico), el posestructuralismo proveniente de la teoría literaria (las funciones políticas y sociales del cine) y cierta variante del marxismo althusseriano (el desarrollo de la tecnología y de la industria cinematográfica). La idea de una Teoría que dé cuenta de manera completa y detallada de los fenómenos del cine está prácticamente excluida en estos días.

La estética del cine ha sido precisamente una de las líneas más debatidas dentro de este campo, sin embargo, siempre se ha subordinado a problemáticas psicoanalíticas, sociológicas, narrativas, feministas y retóricas. El tema de la estética  cinematográfica es esencial porque se evidencia la necesidad de explicaciones más profundas de sus relaciones con el pensamiento, la emoción y la sensibilidad de los hombres y las mujeres que entran en relación con una película, asimismo se impone la necesidad de dar cuenta de los procesos de estructuración de un objeto estético y de sus respectivos efectos en la construcción de significados. La máquina (el cine) logró en tan sólo dos décadas lo que durante siglos el arte no pudo: el goce de una vida superior a la vida cotidiana.

Roland Barthes, tenía tres posibilidades de explicación sobre la experiencia cinematográfica: la del hacer (nivel del operator), la del spectator (nivel del interlocutor), la del spectrum (nivel de la obra). La experiencia debía ubicarse entre el espectador y la obra, en un estética que implicara, más que una acción contemplativa, una creación y una recreación. La experiencia estética es un segmento de la experiencia vivida, desarrollada sobre la forma de una actividad sensible e inteligible, en una unidad definida dentro de un tiempo y de un espacio social. Esta actividad supone una percepción sensible orientada por una atención cultivada, dependiente de una situación y de circunstancias socioculturales determinadas.  

Para acercarnos a la experiencia estética es necesario realizar varias actividades y trabajos con el texto cinematográfico, que van desde el reconocimiento hasta el análisis. Una forma de sentir y comprender el cine es a partir de la realidad de la irrealidad del mundo posible del filme, también por medio de el nivel comunicativo de la película, el nivel de la significación de la película y el nivel de la experiencia estética cinematográfica. 

A través de la descomposición y recomposición de los principios de construcción y funcionamiento de una película se puede  comprender mejor la experiencia estética del espectador cinematográfico. Los caminos del análisis cinematográficos son muy variados, sin embargo, cualquier actividad analítica, como dice Lauro Zavala en relación a su modelo de análisis, permite al espectador reconstruir una experiencia personal e intransferible.